Él me mira con ternura. Luego de un momento fija su mirada en el vacío, inspira, corta su respiración y se pone rojo. Empuja. Lo miro inquisidoramente y le digo: «Me avisas cuando termines». Sonríe, mira hacia abajo tomando aire nuevamente mientras se sostiene unos segundos frunciendo el ceño…Finalmente sube su cabeza y me dice: «dag dagga rededa».

Es hora de cambiar el paño

Deja una respuesta