Esto de pasear por un centro comercial es increíble. Millones de cosas que vuelan tu imaginación, que hacen que desees objetos que no necesitas y comas cosas que no te hacen bien. Por ejemplo hoy fui a sacarme una radiografía y luego -para hacer tiempo antes de ir a la casa de mi cuñada- decidí pasear por el gigante de mi ciudad: 2 cuadras con 4 cuatro pisos de altura más los estacionamientos subterráneos me llamaban con coloridos descuentos y frases cliché creadas para hacernos caer en un endeudamiento cíclico. Luego de muchas vueltas y sujetar repetidamente la billetera arrancando de la tentación, vino algo inesperado… Hambre… Claro, sí me levanté a las 8:30 entre bañarse y vestirse no alcancé a tomar desayuno… «la tripa me bailaba». En ese momento se me vino a la cabeza que debería ir a casa a comer… ¿O comer en el mall? Mmm, difícil situación pues puede salir más caro además estaría contribuyendo a este gran mal que nos invade engordado mis caderas aun mas … Aunque volver al departamento implica que gaste pasajes y compre pan.
Entonces, luego de sumar y restar, aquí estoy… tirando por la borda todo mi discurso de anti-consumo sumida en una culpa de auto-traición, que sólo puedo calmar con mi rico café de vainilla acompañado de un sandwich de jamón y palta…
¡Me encanta tu entrada! es super divertida pero real como la vida misma… Sin duda sigo tu blog, me gusta tu estilo, el tipo de entradas que publicas, como lo tienes…. Un beso desde España!
puchitajournal.blogspot.com.es
Jajaja, yo ayer a la mañana tuve esa misma tentación… y pude contenerme! Es que ves tantas cosas dulces y ricas, los olorsitos a comida recién hecha y quieras o no te da hambre! Bueno, ni hablar cuando vemos 48 locales de ropa, llenos de cosas HERMOSAS y nuestro animal consumista sale de adentro nuestro jaja. Que la fuerza te acompañe la próxima vez que vayas de shopping 😛
Te esperamos por nuestro espacio, a nosotras nos encantó el tuyo 🙂 Esperamos que andes muy bien, abrazos!
https://www.facebook.com/Enpocasspalabras